UNIVERSIDAD DEL VALLE
FACULTAD DE ARTES INTEGRADAS
ESCUELA DE COMUNICACION SOCIAL

LOS MEDIOS EN LA UNIVERSIDAD:
APUNTES PARA LA RECUPERACION DE UNA MEMORIA
-Diagnóstico y Prospectiva-
Santiago de Cali, marzo de 1999

IV. RECOMENDACIONES

1. SOBRE LOS MEDIOS INTERNOS (LOS RECURSOS DE APOYO A LA DOCENCIA).

Resulta realmente vergonzoso que en una Universidad donde existen unidades académicas57 que han liderado a nivel nacional el replanteamiento en las relaciones entre comunicación, cultura y educación y que muy tempranamente -años setenta- formularon críticas a los modelos de tecnología educativa y educación a distancia y diseñaron modelos alternativos, estas hayan sido ignoradas sistemáticamente, para repetir continuamente los mismos errores, en una política de improvisación y activismo (la ignorancia es atrevida) que ha resultado muy costosa, no sólo a la institución sino a sus usuarios.

Frente a una política que separa lo cultural de la educación, es necesario plantear que cultura no es una práctica autónoma y centrada en las obras, los cultores y su espectáculo, ni sólo un contenido; sino el ámbito desde el cual es necesario repensar la docencia (y, sin duda, la investigación y la extensión).

Es desde la comprensión de las transformaciones culturales desde donde podemos ubicar el papel de la Universidad pública, así como los modos de docencia y de relación con su entorno; sea en la legitimación y puesta en circulación de obras (aunque dudamos que sea su competencia) o de densificaciòn cultural por la vía de estimular la creación, la experimentación, la ruptura con la lógica agregada de los planes de estudio, para proponer el encuentro productivo entre seres pensantes y sensibles, sean profesores o estudiantes, en unos proyectos de producción que aunque tendrán pobreza económica (y tal vez por eso mismo) demandaran riqueza en ingenio y conocimiento.

Damos en este empeño un papel cohesionador e impulsador al conjunto de media que tiene la Universidad, desde el Circuito Cerrado de Televisión a Uvtv, el periódico La Palabra o la Emisora Univalle Estéreo, respondiendo desde la política cultural las demandas hechas a las políticas culturales de la Universidad.

En la Universidad que tenemos, donde el ejercicio de la docencia escasamente se alimenta de la investigación y en donde resulta tan difícil generar conocimiento, el reto de los medios y tecnologías a disposición, así como de los docentes y los currículos, consiste no sólo en asegurar condiciones para la transmisión sino para la indagación, la reflexión y la creación.
 

2. SOBRE LOS MEDIOS MASIVOS

Teniendo en cuenta el carácter ciertamente innovador y reciente que tiene la creación de medios masivos en la Universidad del Valle (la primera propuesta de Emisora data de 1978; UV-TV de 1988), resulta de mucho interés detenerse un poco en el tipo de argumentos y razones con los que en su momento se intentó justificar la creación de los medios ya nombrados. Al fin y al cabo, tales pronunciamientos, en algún sentido, definían una política de medios, quizás precaria, pero política al fin de cuentas. Igualmente, revisar su aplicación, los cambios -si los hubo-, la forma como entendían el sentido, la razón de ser de los medios en una Universidad pública, regional y de masas, y muy especialmente, cómo interpretaban las relaciones Universidad/Medios, Universidad/Sociedad y Universidad/Cultura; cómo pretendían reconfigurarlas a partir de la creación de los medios institucionales.

A modo de ejemplo, se examinarán críticamente las propuestas que dieron origen a Univalle Estéreo:

Respecto a su creación, se ha anotado que se discutieron cuatro propuestas; las tres primeras tenían un enfoque marcadamente académico, la cuarta -que finalmente fue la que le dio existencia- la pensaba como una "emisora comercial" adscrita a la Universidad. Podría pensarse que sólo resulta de utilidad la revisión de la última, pero no, en las iniciales aún hay muchas cuestiones que revisar y criticar, no obstante su presunto carácter académico y universitario. Vale la pena tenerlas en cuenta, por lo menos para no volver a caer en los mismos errores, y recuperar los aspectos valiosos, si los tienen...

De lo señalado en torno a la primera propuesta podría decirse que la pensaba como un "medio" para restablecer los vínculos entre la Universidad y la Sociedad. Fundándose en un tipo de crítica, en la época de amplia circulación en la Academia, se insistía en su desvinculación, falta de contacto, desconocimiento de los problemas claves de la sociedad, en fin, la conocida retórica que la izquierda -en clave populista y culpabilizante- solía esgrimir en torno a la Universidad como institución elitista. Esta idea del mejoramiento, de la necesidad de ampliar los canales de comunicación entre la Universidad y la Sociedad, con algunos matices diferenciales, está presente en todas las propuestas. Asimismo, la pretensión ingenua de resolver, por esta vía, la crisis de la institución universitaria, crisis de representatividad y legitimidad profusamente documentada y analizada en Europa y Norteamérica -desde hace bastante tiempo- lo cual, por supuesto, no implica desconocer las particularidades con que se manifiesta en las instituciones académicas de países como el nuestro, así como la búsqueda de "soluciones" apropiadas al contexto específico.

En cuanto al carácter académico, se decía que la misión de la Emisora debía ser plenamente coherente con la misión de la Universidad, esa que todavía identificamos con los términos Investigación, Extensión y Docencia. Sin embargo, mirando las franjas de programación propuestas y los contenidos pensados resulta claro lo que había de "enseñanza" y "divulgación de conocimientos". Aunque potencialmente es posible que la participación de las distintas Unidades Académicas fuese muy activa, a la hora de sugerir contenidos y modalidades de programación -no parece que se hubiera pensado con mucha profundidad, imaginación y sentido de la innovación- la misión de la Emisora en el contexto de la Universidad y desde la perspectiva de los intereses, proyecciones y potencialidades de cada una de las Unidades Académicas Por el contrario, queda la sensación de que la retórica en torno a restablecer los vínculos supuestamente rotos o inexistentes con la ciudad, la región, en la práctica dejó muy poco espacio para investigar y proyectar la relación igualmente básica y fundamental de la Emisora con el -también complejo y diverso- mundo académico.

La segunda propuesta pone en escena otra visión de la Universidad, de la relación con la Sociedad y, por consiguiente, de la razón de ser de la Emisora. Entonces lo que se destaca es que, por una parte, la Sociedad, gracias a los sesgados informes de los medios comerciales, sólo conoce de la Universidad sus prácticas conflictivas y perturbadoras del orden público; pero por otra, "intuye" la utilidad social de los proyectos que se gestan y desarrollan en su interior. Como esa masa de conocimiento, que de entrada parece que se asume social y directamente útil, no hay modo de comunicarla masivamente, "sólo llega a una minoría privilegiada".

La Emisora se piensa -entonces- como un agente de la democratización del conocimiento y la cultura que ella misma produce. Y, quizás, como una fuente más confiable, creíble y completa de información sobre las crisis de la Universidad. Cuán lejos estuvo la actual Emisora de cumplir con semejante obligación institucional y cuán poco capacitada está para asumir con solvencia intelectual un desempeño de esa naturaleza, se pudo comprobar en el transcurso de la crisis vivida desde mediados de 1998.

Volviendo al análisis de la segunda propuesta, el descontento con la labor de los medios comerciales no se quedó en la denuncia de las representaciones parciales y sesgadas que habitualmente hacían de la Universidad. Ahora, además, hay explícito interés de los profesores de la Escuela en pasar del terreno de la denuncia y la crítica en el salón de clase y en los informes de investigación de circulación restringida, al de la confrontación directa, al de la producción, la lucha por las audiencias, la competencia -en y por el mercado- sentando nuevos precedentes, mostrando en la práctica nuevos modos de explorar y trabajar las relaciones entre educación, cultura, conocimiento y placer...58.

En suma, la propuesta deja ver como tras la justificación general de carácter institucional, hay también interés de los "productores académicos" por dirimir competencias, calificaciones y liderazgos profesionales con sus "rivales massmediaticos del sector comercial", mostrando dentro y fuera de la Universidad que tienen argumentos, habilidades y saberes para "hacer una comunicación distinta y mejor".

Aquí -como es obvio- de lo que se trata es de pensar la Emisora en términos de una institución académica con posibilidad de posicionarse, como una empresa, en el sector radiofónico de las industrias culturales regionales59. Extraña, eso sí, que a la hora de pensar contenidos y franjas de programación pesase tanto la agenda de los criticados medios comerciales, en combinación con las propias de la más tradicional (rancia) emisora educativa. La exaltación del criterio de experimentación e innovación no se traduce en la propuesta de programación, que más que eso parece un cajón de sastre...

Por otra parte, la organización del funcionamiento administrativo y económico de la empresa radiofónica universitaria, el muy particular perfil con el que deberían cumplir sus colaboradores, empleados y funcionarios parece que fue poco tematizado. Este será, como sabemos, uno de los puntos más graves de la puesta en marcha de una Emisora realmente universitaria. (Y, en general, de todos los medios de comunicación adscritos a la Universidad).

La tercera propuesta, una de las que a simple vista aparece como más sustentada, justifica la Emisora desde la Universidad, la Sociedad y el Medio. Ya se habla específicamente de "sus políticas", se expone, a un nivel muy general, la compleja agenda de la que será responsable. No queda la menor duda acerca del enorme trabajo de investigación y análisis que habría sido necesario llevar a cabo para montar una programación acorde con lo presupuestado en las políticas; o para que lo expuesto en la triple justificación no quedara como letra muerta. Desde el punto de vista de la necesaria coherencia entre misión de la Universidad y misión de la Emisora también queda claro que ya no se trataría simplemente de "divulgar", de hacer conocer de la comunidad regional las investigaciones hechas en el ámbito universitario.

La Emisora, como instancia verdaderamente universitaria de producción intelectual e innovación cultural, también necesita fundamentar su trabajo en un denso programa de investigación y análisis. Por lo tanto, la dirección de un medio de esa naturaleza -pensado desde esos presupuestos- así como su puesta en marcha, no puede quedar en manos de "gente de los medios", por más experiencia acumulada que tengan; ello porque su desarrollo profesional lo han alcanzado en otro marco de referencia,

conforme a otra racionalidad y según ritmos y metas que difieren radicalmente de los propios del medio académico universitario. Y por aquello que en lenguaje -muy coloquial- se expresa en términos de que "la cabra siempre tira pa’l monte" muy "naturalmente" tenderán a reconfigurar la propuesta de forma que la dimensión académica prácticamente desaparezca en provecho de la reproducción de los intereses, las lógicas y los rendimientos comerciales( y ese proceso hay que intentar entenderlo en el sentido que le da Bourdieu a "habitus").

Hoy tendríamos que volver a preguntarnos por el sentido, la pertinencia, la necesidad, la urgencia de que Univalle siga teniendo Emisora. Tendría que justificarse la razón de su existencia, no darla por sentado, como un hecho incontrovertible. Y bajo ningún punto de vista podría aceptarse la inversión de dineros públicos en la replica, de igual o inferior calidad, de programas y servicios ya existentes en los medios radiofónicos externos. En las actuales condiciones de la Universidad, sólo si la Emisora ofrece unos servicios de una calidad y utilidad social o cultural -que ninguna entidad puede ofrecer en la ciudad y en la región- se justifica que siga saliendo al aire (y lo mismo debería plantearse respecto de UV-TV y La Palabra).

Al nivel más general, las recomendaciones para la reformulación de políticas de comunicación tendrán que enfatizar la necesidad de que los medios institucionales -sobre todo si conservan su actual condición de "republiquillas más o menos independientes"- se esfuercen por conocer los campos de trabajo, investigación y proyección de las distintas Unidades Académicas; qué fruto de ese conocimiento les puedan hacer propuestas de trabajo conjunto que posibiliten tratamientos, enfoques y líneas de programación intelectual y formalmente más arriesgadas, más complejas, más críticas. Y seguramente más baratas...

3. SOBRE LAS RELACIONES MEDIOS UNIVERSITARIOS /CIUDAD/REGIÓN

Una de las primeras recomendaciones que habría que hacer es que no se puede formular una política de medios basada en la lógica del avestruz, ni con la ilusión de operar en una especie de desierto.

No puede ignorarse que los medios y programas que se realicen para consumo público tendrán que exhibirse, circular en un espacio social y cultural densamente poblado por las producciones originadas en múltiples y variadas organizaciones de medios locales, regionales, nacionales y mundiales. En el caso de la Emisora ello significa considerar que la actual oferta radiofónica es muy amplia y diversificada, si tenemos en cuenta el desarrollo de las grandes cadenas nacionales, el aumento de emisoras en la banda de Fm, la entrada en el dial de las comunitarias, la posibilidad de acceder a las que trasmiten vía Internet o satélite, las demás emisoras universitarias y culturales, etc.

En el caso de UV-TV sucede algo parecido: una oferta monstruosa vía Tvcable, Sky, Parabólica, DirectTV, etc. Por lo tanto, una política clara en materia de alianzas estratégicas -con instituciones y organizaciones locales, regionales y nacionales, afines al proyecto universitario- será algo que también habrá que recomendar con especial énfasis, como estrategia para asumir una competencia que no se dirima según el conocido símil popular de "pelea de tigre con burro amarrado".

Esto -por supuesto- no quiere decir que la institución académica tenga que aliarse "con Dios y con el Diablo" para poder subsistir en el último rincón del campo cultural, o que la producción universitaria deba pelear por el rating, en los términos y condiciones habituales en el mercado de bienes culturales. Otro debe ser el criterio y otra la estrategia para enfrentar la competencia. Por lo pronto proponemos partir de esta diferenciación:

En el campo cultural hoy es posible diferenciar, con relativa claridad, dos principios a partir de los cuales se hacen y se distinguen modalidades de obras culturales y de tipos posibles de relaciones con los públicos. Así, como planteaba Paul Valéry60, hay "obras que parecen creadas por su público, cuyas expectativas satisfacen y que por ello casi están determinadas por el conocimiento de éstas, y obras que, por el contrario, tienden a crear su público". Como comenta Bourdieu61, "es posible encontrar todos los matices, entre obras exclusivamente determinadas y dominadas por la representación (intuitiva o científicamente informada) de las expectativas del público, como los periódicos, los semanarios y las obras de gran difusión, y las obras enteramente sometidas a las exigencias del creador".

Una política de medios universitarios, en tanto agentes de producción y circulación de productos culturales, tendría que definir con claridad -respecto del campo de posibilidades arriba señalado-, en qué posición, en qué tendencia deben estos ubicarse prioritariamente y obrar en consecuencia, con coherencia y conciencia de los riesgos económicos y simbólicos que -en todos los casos- tendrá que correr y asumir.

Desde la perspectiva enunciada, el problema clave en materia de definir una línea de programación no es tanto que la Universidad obre "con criterio paternalista", "conciliador" , o de "desalmado negociante cultural", definiendo intuitiva o científicamente que quiere ver, oír y leer la gente en su área de influencia para -a continuación- proporcionárselo y ver "que pasa".

Lo que primero tiene que definir es qué debe y puede hacer como institución educativa y cultural, pública y regional -con una razón de ser que da sentido, fundamento y proyección a su existencia- en materia de producción cultural pública.

La Universidad, obligada a ser austera y eficiente en el manejo de su escaso peculio y en estos tiempos críticos, no puede seguir operando con la lógica del lujo inútil.

Supongamos que la opción sea (con investigación previa o sin ella) privilegiar la producción de carácter más autónomo, experimental, innovador62: la Universidad no puede, al mismo tiempo, alimentar esperanzas de altos ratings, ni supeditar su producción al tipo de consideraciones mercantiles y de cálculos costo/beneficio tan de buen recibo en el inmediato pasado.

Esas consideraciones y cálculos puede que funcionen muy bien cuando de lo que se trata es de hacer obras para las que, en cierta medida, no hay que empeñarse en construir, conseguir o crearles su propio público; como habitualmente sí se tiene que hacer en el caso de las primeras. Ni seguir creyendo que es muy fácil, hoy, producir en TV obras muy densas, estéticamente arriesgadas e innovadoras y, al mismo tiempo, de fácil comercialización.

La fórmula, como sabemos, ya ha sido intensamente explotada por canales como "Film & Arts", "People & Arts", "Infinito" y muchos otros de amplísima aceptación mundial. Y para bien, creemos que han elevado el nivel de exigencia del tipo de público al que -posiblemente- también le pudiera interesar la propuesta universitaria. Contra rivales como esos es que tendrían que jugársela las productoras universitarias; no solamente contra la producción adocenada y trivial de las programadoras centrales.

Si la Universidad tiene que competir duramente para ocupar una posición decorosa en el campo de la industria cultural, que al menos sepa escoger el vecindario, los antagonistas y aliados que se merece. Por lo menos eso.

En esta opción puede que no se obtengan grandes rendimientos económicos; que lo hecho -literalmente- lo vean, lo oigan, lo lean unos pocos63 pero, se tiene una cierta seguridad de que el prestigio y el capital simbólico de la Universidad no sufrirá, o por lo menos no tanto, como es de suponer que sería si se empeña en emular -con pocos recursos, las fórmulas o recetas más o menos exitosas- y por lo mismo profusamente explotadas, en el mundo de los medios comerciales. No creemos que se tenga, en los medios académicos, dudas acerca de que esta debería ser la opción. Es más, está obligada a asumirla. La inquietud estaría en los costos económicos de una propuesta de esa índole en las actuales circunstancias. ¿No sería posible que -a más de innovadora, densa y experimental- fuera, en términos de costo, sumamente austera?
 
 

4. SOBRE POLITICA DE VINCULACIÓN DE FUNCIONARIOS PARA LOS MEDIOS UNIVERSITARIOS

Los medios de comunicación universitarios exigen un nuevo perfil de funcionario y de productor cultural que la misma institución académica debe encargarse de definir y, sobre todo, formar. No hacerlo, optar por la vía facilista de contratar gente hecha en los medios y por los medios para llevar a cabo un proyecto académico, universitario, es lo menos indicado. Y bastante peligroso -como también lo hemos podido comprender en todos estos años de convivencia forzadamente pacífica con ellos- aunque quizás de manera más aguda, a partir de todo lo que la crisis del 98 ha dejado traslucir: desconocimiento real y táctico de tradiciones y de autoridades académicas consolidadas, apropiación clientelista de los bienes universitarios, vale decir, de los bienes públicos en provecho de intereses privados, legitimación universitaria de trayectorias profesionales socialmente dudosas, improvisación, aventurerismo, duplicación de esfuerzos, desperdicio de recursos de todo tipo. Resulta inadmisible que esta situación continúe. Las políticas que se formulen respecto de los medios y las tareas que específicamente cumplan deben proteger a la institución de semejantes abusos.

Pierre Bourdieu en "Sobre la televisión" 64 no deja de criticar a ese sector del mundo intelectual que ha sido intensamente seducido por el mundo de los medios. Los despectivamente llamados "intelectuales de los medios" y "expertos en pensamiento rápido" constituyen para él una especie de "caballo de Troya" para la autonomía (relativa como todo en esta vida) del campo intelectual. A la situación que él denuncia con todo el radicalismo del caso, cabría oponerle una todavía más extrema: el de la institución universitaria que, por propia iniciativa, invierte los dineros públicos en la construcción, mantenimiento y reproducción de su propio caballo de Troya. Eso ha sucedido (¿sigue sucediendo?) en la Universidad.

Traer gente de los medios comerciales al ámbito académico, entregarle la dirección de los medios institucionales, dándoles plena autonomía para que impongan la lógica comercial y desconozcan la propia del medio universitario público, es algo así como "dar toda la papaya del mundo" para que con la complacencia, el beneplácito, la indiferencia o la ceguera de los académicos, el desprestigio y la deslegitimación de la institución avance a un ritmo incontenible, galopante (sería la expresión más adecuada) hacia una especie de suicidio por mano ajena; muerte infeliz, pero plenamente merecida, por otra parte.
 

5. LOS MEDIOS Y LA REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE LA UNIVERSIDAD

De forma implícita o explícita parece existir la idea de que los medios institucionales si hablan de la Universidad lo deben hacer de forma que funcionen como "buena propaganda", dando cuenta de sus realizaciones más productivas para la sociedad y la cultura (bajo formas simples o complejas de relación con la investigación producida en su ámbito, por ejemplo). Pero la Universidad es una institución de carácter intelectual y crítico. Así, habría que preguntarse si ella puede propiciar, y comunicar públicamente, los resultados del ejercicio de su razón crítica cuando se aplica al examen de sí misma. ¿Pueden cumplir funciones de veeduría interna? Es bueno recordar que la administración Galarza ha sido descrita como aquella en la que se produjo -lo que alguien eufemísticamente llamó- "proceso de confiscación de la crítica".

Es necesario que los medios de comunicación de la Universidad asuman también la vigilancia crítica sobre los discursos sociales mediatizados, así como sobre las condiciones democráticas para la expresión de las distintas visiones de la sociedad, que coexisten en nuestra región. Esta labor de centinelas de la esfera pública debe empezar a ejercerse "en casa".

6. SOBRE MEDIDAS DE CARÁCTER INMEDIATO

Que se impongan las lógicas de un proyecto universitario

Es necesario caracterizar culturalmente la región, y no sólo a este nivel, es necesario preguntarse: ¿qué es la región?, y cuál el papel de la Universidad como dinamizadora cultural en su carácter de pública, y por ser la más grande empresa intelectual de la región. Esto en las políticas mediáticas no sólo plantea la necesidad de calidad en los programas, sino la atención en la programación a la generación de nuevos públicos, a ser el espacio de la creación y la experimentación, pero también, de otro modo de relación con el conocimiento que el propuesto por la comunicación masiva o por la retórica escolar (no se trata de transferir o divulgar el conocimiento). Es igualmente el ojo vigilante y reflexivo sobre lo público, el nuevo ágora; lo que implica un compromiso con el medio, en términos de investigación, comprensión e interés por su problemática, no de un modo artificial sino vinculando el quehacer cotidiano de la Universidad -Docencia, Investigación y Extensión- con el mediático (resulta inconveniente entender la autonomía como separación entre la Universidad y el medio, para luego abogar por su reinserción en términos de responder puntualmente a las demandas del desarrollo regional). Esto significa el proponer un nuevo papel a la Universidad en la región, que no se reduce a calificar fuerza de trabajo.
 

Democratizar el saber no es vulgarizarlo ni divulgarlo; es crear condiciones para la comprensión, vías de acceso a la complejidad sin simplificación. Frente al académico encerrado en su torre de marfil, quien considera "el pensar como abstención de la acción, el teorizar como alternativa al compromiso y la vida intelectual, como una especie de regla monástica secular exenta de responsabilidad"65, donde la racionalización ha acabado por establecer un sistema autosuficiente, autista, delirio de la abstracción66, el pensar es un acto social y por tanto responsable, es una posibilidad costosa que compromete a quien lo ejerce. La Universidad se debe al medio, pero contra los populistas y los instrumentales; su vínculo ni es mecánico ni es directamente funcional y contra los mesiánicos -todavía los hay- no se trata de una empresa salvadora que atienda a la pronta solución de cualquier problema social; su aporte fundamental consiste precisamente en utilizar la relativa autonomía que se la ha dado para re-crear ese medio, para pensarlo y aportar en vías a su comprensión y/o transformación. Contrasta esta actitud con la política del rating y con esa aberración según la cual, el programa "malo" pero "comercial" financia el "bueno" que "nadie" ve.

Es urgente que la discusión de políticas marco y macro sobre Comunicación y Cultura, que afectan directamente la existencia y proyección de los medios, encuentren en la Escuela de Comunicación Social (y -por supuesto- otras Unidades Académicas) no sólo una instancia de consulta ocasional sino de discusión, análisis y decisión permanente.

Que se acaben las prácticas clientelistas

Es apenas obvio que dentro del Comité Directivo de los Medios tengan asiento las instancias académicas cuya competencia teórica y práctica redunde en beneficio de ellos y que se eliminen toda suerte de nefastas prácticas amiguistas, clientelistas y patrimonialistas.

Que se mantenga una postura crítica propositiva

Para que los Medios al interior de la Universidad puedan desarrollar su trabajo -al margen de los vaivenes partidistas y comerciales- la Universidad debe tener una política autónoma de Medios que los regule y proteja de las interferencias de esos poderes. Es conveniente que unos Medios universitarios, financiados -en buena medida- con recursos oficiales, mantengan una distancia crítica y propositiva frente al Poder Rectoral y la Administración Central.

No de otra manera se entiende aquel ideal de convertirse en Medios que asuman crítica y experimentalmente los problemas contemporáneos. Recuérdese que la Universidad es un espacio ciudadano, plural, abierto, reflexivo, polémico por naturaleza, en donde las divergencias y las múltiples voces (incluso la oficial), se deben expresar de manera civilizada, pacífica y democrática.

Que los Medios sean tribunas ciudadanas antes que espacios comerciales

Hernán Toro propuso67 una política para "todos los medios, los programas y las acciones informativas de la universidad", la de "ser difusores críticos de problemas contemporáneos" : "ayudar a debatir ideas y, de paso, permitir, de una parte, que la Universidad se muestre como una organización capaz de incitar a la sociedad a pensarse y , en consecuencia, propiciar espacios para dar solución a los problemas, y de otra parte, hacer visible la Universidad a los ojos de los ciudadanos con una cara creativa y productiva". En "Consideraciones generales para la unificación de los medios de comunicación de la Universidad del Valle", escrito con R. Arbeláez68, se critica el carácter difusor y se plantea la necesidad no sólo de pensar la región sino de crear las condiciones para que la región se piense a sí misma y tenga capacidad de incidir en la configuración de su historia.

Es necesario pensar el papel de la Universidad en la constitución de una agenda pública regional, en la definición de lo que vale poner en común para la región, lo que es de interés publico en este ámbito. Así, debe apostarle a la consolidación de un espacio de comunicación que defienda unos intereses civilistas, democráticos y participativos; unos medios que arriesguen en la búsqueda de audiencia con una programación que no dude en abrirse a la sociedad civil, a las Ong´s, con el ánimo de ampliar la perspectiva de los discursos y los debates.

Que tengan presente la rentabilidad social y cultural

El hecho de estar sumidos en la peor crisis de la historia en la Universidad, la ciudad y el país, situación límite que dificulta enormemente la consecución de cualquier recurso, no puede significar que se adopten, a la ligera, estrategias desesperadas de canjes, comisiones, prebendas que pueden hacer olvidar el norte. Evitar la pérdida financiera no puede hacer relegar la rentabilidad social.

Las políticas de consecución de recursos, venta de servicios, pauta publicitaria y mercadeo de productos deben ser audaces y consecuentes con las del mercado, pero deben estar inscritas en una política que vigile los intereses colectivos del proyecto social y cultural que es la Universidad. Los medios universitarios deben ofrecer una opción de calidad, en forma y fondo, en todos sus programas. La racionalidad económica de los medios de comunicación, no debe ser la misma que predomina en las instituciones comerciales. Los medios en la Universidad deben entonces estar definidos por su condición independiente, experimental e investigativa.

La autodeterminación en las políticas de los medios de comunicación de la Universidad no implica que ella sea ajena a su entorno o irresponsable frente a la sociedad y al Estado. Al contrario, su autonomía es una condición que permite ejercer -bajo el principio de responsabilidad- su desempeño en beneficio de la sociedad. De igual manera, como toda entidad pública, debe estar sujeta a los controles internos y externos.

Que consoliden una política de renovación permanente

A la hora de los replanteamientos y ajustes, se debe revisar, firme pero cuidadosamente, lo relativo a la cantidad de horas de emisión, recorte de personal, estrategias para renovar los programas, austeridad a la hora de hacer el mantenimiento preventivo y correctivo de los equipos, etc.

Debe configurarse un Plan de Desarrollo Programático y Técnico a 2/ 5/ 10 años que considere de manera prospectiva el descarte y renovación de equipos, vinculaciones y movilidad laboral, capacitación e intercambio del personal, etc.

No se debe temer a la renovación regular de ciertos programas y franjas: ningún programa o espacio o formato es eterno.

Que se abran a la comunidad universitaria, local, nacional e internacional

Es necesario preguntarse y regular la fórmula ideal de vinculación de colaboradores, ya sean estos internos e externos; locales, nacionales o internacionales; institucionales o no, etc. Se debe estrechar la relación de los medios universitarios con sus pares nacionales y con los servicios internacionales en cuanto al ntercambio y coproducción.

Se debe buscar su vinculación más fuerte con el campus a través de ciclos de actividades (como video conciertos o debates al aire libre), asumiendo como público privilegiado a la comunidad universitaria (y, por extensión, el de las otras universidades).

Ha faltado construir espacios transversales de vínculo entre los Medios y el quehacer cotidiano universitario, que medien entre los modos académicos y las formas mediáticas, lo que se podría lograr si no se pensara en el diseño de un espacio y un Medio particular sino en proyectos de investigación-producción por temáticas (ambiental, formación ciudadana, análisis de coyuntura, innovaciones educativas, etc.) en donde converjan los distintos académicos interesados y los comunicadores, alimentando desde ese trabajo la programación de los distintos medios de la Universidad.

Coordinar no significa crear aparatos burocráticos, ni centralizar. En el futuro inmediato los Medios de la Universidad tienen que establecer vínculos estrechos no sólo para comercializar sino para producir y programar. El diseño de estos proyectos de investigación- producción sería una oportunidad de avanzar en la racionalización de la gestión de estos Medios.

Debe considerarse la publicación mensual (o emisión periódica por todos los medios) de boletines de programación, además de la página de Internet y de otras posibilidades tecnológicas de relación con los usuarios (por ejemplo, y en el caso de la Emisora, del Real- Audio).

Teniendo en cuenta la relación transversal entre los distintos medios de la Universidad, la programación debe encaminarse hacia productos de alta calidad propia o extranjera, siempre con el criterio de formar oyentes críticos, abiertos a las preguntas de la época.

Que entiendan que el rating no es la única fórmula de medición

Re-conocer la audiencia significa, ante todo, que no se trata de una masa y su composición puede medirse por medios diferentes a los sondeos de opinión. En este campo, ayuda mucho el contar en la Universidad con diversas investigaciones sobre públicos y consumos culturales en la ciudad y la región, con los cuales se podría afinar la mirada y el vínculo con la audiencia. Ha prevalecido la presión del rating sobre la lógica interna universitaria donde la exigencia de calidad, reflexión e interlocución con la sociedad deberían haber conducido la programación y permitirían posicionar como bien meritorio la labor de los Medios de la Universidad, asegurando recursos no dependientes de la pauta publicitaria.

Es necesario, entonces, diferenciar una política de sustentabilidad de las empresas culturales de una basada en la rentabilidad económica. Es otro perfil el que se demanda de un director de estos medios, pues más que un experto Administrador o Gerente se necesita un conocedor del campo cultural, capaz de posicionar a los medios de la universidad valiéndose de la calidad de sus programas y de sus conocimientos y relaciones para asegurar recursos de distintas fuentes.

La realización de otro tipo de productos, como videos educativos o Cd-Rom, donde la Universidad puede aprovechar mejor sus recursos con obvias ventajas frente a las demás productoras y vincular otros proyectos es una de las opciones para romper el modelo convencional de funcionamiento de estos Medios, sojuzgado por la pauta publicitaria.
 

Santiago de Cali, marzo de 1999


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